
En un escenario de intensificado debate sobre el derecho a un hogar digno y apropiado para cada persona, la accesibilidad se presenta como una asignatura pendiente en España. Aunque ha habido progresos en diversas áreas del urbanismo y la construcción, la verdad es que una porción significativa de las viviendas en España continúa siendo inaccesible para muchos individuos, especialmente aquellos con movilidad limitada o con diversidad funcional. Este reto no solo es de índole técnica o arquitectónica, sino que también está profundamente relacionado con la equidad social, la igualdad de oportunidades y el respeto pleno de los derechos humanos.
Con el objetivo de destacar la urgencia de contar con viviendas asequibles para todos, se llevó a cabo un evento en el Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid. Con el lema “Accesibilidad y vivienda: ¿Se consideran las necesidades de todos?”, la reunión congregó a expertos, funcionarios y figuras del urbanismo y la arquitectura para discutir las acciones necesarias para lograr un modelo habitacional inclusivo.
Uno de los mensajes centrales del encuentro fue que la accesibilidad no debe considerarse un lujo ni una adaptación opcional, sino un criterio estructural en la planificación, diseño, construcción y rehabilitación de viviendas. Esta visión parte de entender que todas las personas, a lo largo de su vida, pueden experimentar situaciones de dependencia o limitación funcional, ya sea por edad, enfermedad, accidente o circunstancias temporales. Por ello, pensar en entornos accesibles no es una cuestión de nicho, sino una medida de prevención y equidad que beneficia al conjunto de la sociedad.
A lo largo del día se discutieron varios desafíos regulatorios y técnicos que impiden una verdadera integración de la accesibilidad en las políticas habitacionales. Un obstáculo clave identificado es la vigente Ley de Propiedad Horizontal, que complica las modificaciones necesarias en las comunidades de residentes para suprimir barreras arquitectónicas. Además, la débil inclusión de principios de accesibilidad universal en los planes de rehabilitación perpetúa las desigualdades actuales.
También se expusieron modelos inspiradores procedentes de otras iniciativas europeas, como EUROPAN, la Nueva Bauhaus Europea y estrategias nacionales como Madrid 2050. Estas propuestas, más allá de su enfoque técnico, insisten en la necesidad de aplicar un diseño universal desde la concepción misma de los proyectos. Este enfoque promueve viviendas que puedan ser utilizadas por el mayor número posible de personas, sin necesidad de adaptaciones posteriores, y que contemplen la diversidad de cuerpos, capacidades y modos de vida.
El acontecimiento también fue el marco para el inicio de la exposición “Premios a Espacios Amigables e Inclusivos”, una exhibición de proyectos globales que fusionan innovación en arquitectura con conciencia social y ambiental. Estas iniciativas evidencian que crear espacios accesibles no solo es factible, sino que también enriquece la calidad de vida grupal y fortalece los vínculos comunitarios.
Uno de los puntos más reiterados por los participantes fue que la accesibilidad no debe tratarse como un añadido al final del proceso urbanístico, sino como un principio rector desde el inicio. Se requiere, en consecuencia, una transformación profunda de la mirada urbanística, en la que se prioricen las necesidades reales de la ciudadanía, se promuevan entornos que favorezcan la autonomía personal y se eliminen las barreras –visibles e invisibles– que aún persisten en nuestras ciudades y hogares.
El reto de asegurar hogares asequibles, habitables y dignos no se puede enfrentar de forma solitaria. Requiere la colaboración de los gobiernos, sectores profesionales, sociedad civil y la población en general. Asimismo, demanda voluntad política, marcos legales claros y ambiciosos, y un compromiso firme con la renovación del parque existente y la edificación de nuevas viviendas bajo principios de inclusión.
En conclusión, movernos hacia un esquema de vivienda asequible es caminar hacia una comunidad más equitativa, donde cada individuo pueda residir con independencia, protección y respeto. Transformar esta idea en algo concreto demanda más que meras buenas intenciones: exige acción, dedicación y una mirada hacia el futuro que priorice a las personas.